Por Carlos R. Brown * | Nuevamente nos encontramos frente a momentos trascendentes en nuestro país.
Los Argentinos nos merecemos vivir mejor y con otros horizontes, pero a partir de esa afirmación, la discusión crece y se bifurca, y nunca nos ponemos de acuerdo acerca de cómo, de qué forma, con cuál gobierno o con cuál ideología, podemos lograrlo.
Estamos convencidos de ser el mejor país, con buena gente y mejor naturaleza, pero lejos de plasmarlo en hechos positivos, cada año que pasa nos encuentra con mayores diferencias y distintos enconos.
Los grandes temas: la salud, la educación, las diferencias sociales, los sectores postergados, la falta de crecimiento económico o mejor dicho su falta de homogeneidad, el federalismo inexistente y consecuentemente las brutales diferencias regionales, siguen sin solución.
Esto es muy fácilmente comprobable tomando datos y encuestas sobre lo que sucede en Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el Conurbano Bonaerense; o las diferencias existentes entre la capital y nuestras diferentes provincias y regiones.
No tenemos un país armónico e igualitario, y las migraciones internas así lo certifican con la conformación de grandes centros urbanos y su periferia desgarradora, el gran Buenos Aires, el gran Rosario, Córdoba, Mendoza y Mar del Plata, entre otros.
Diferentes gobiernos, de distintos signos políticos, han intentado resolver esto únicamente a través de la ayuda social o el asistencialismo, en mayor o menor medida, con resultados francamente decepcionantes.
Lejos de solucionarse la marginalidad y la pobreza se ha incrementado sistemáticamente, y aquellos necesitados de una solución a sus carencias básicas de adecuada alimentación, vivienda, salud y educación han sido utilizados indebidamente para fines electorales, o de movilización política bajo presión de pérdida de esos pocos derechos entregados.
Entiendo que la solución debe ser otra y se vincula con la búsqueda intensa del crecimiento productivo y la generación de empleo digno que ello conlleva. Debe haber para eso un cambio en la conciencia de los responsables de la acción de los actos de gobierno.
Se debe instalar un plan estratégico de mediano y largo plazo con relación a estos temas y no seguir pensando en acciones únicamente coyunturales, ya que esto nos conducirá irremediablemente al fracaso.
Nación, Provincias y Municipios deben abocarse a la tarea de generar actividad económica productiva en cada una de sus jurisdicciones y que ellas conlleven a un significativo incremento de la generación de empleo digno.
Ciertamente la cuestión social no puede ser desatendida, pero no debe transformarse en un fin en sí mismo, sino como una coyuntura a ser superada para transformarla en una realidad distinta a la que hoy vivimos.
Todos los estamentos del Estado deben estar en función de esos objetivos, adecuar la estructura financiera, reducir la presión impositiva, mejorar la infraestructura para resolver los problemas logísticos y terminar las diferencias regionales. La política aduanera de importación y exportación debe orientarse a cuidar nuestros intereses, y a la búsqueda comercialmente agresiva de la colocación de nuestros productos en el exterior.
Desde el punto de vista de la mejora del empleo, un plan intensivo de viviendas y de escuelas de alta complejidad para capacitación y formación, cerca de los parques industriales en el interior de nuestro país, vinculados con nuestras ventajas competitivas de la industria agroalimentaría, permitiría una mejora importante en nuestro crecimiento regional.
Los consensos productivos y los trabajos de conjunto, como los que aquí se proponen tienen una larga experiencia exitosa en nuestro país.
Lo realizado en la provincia de Buenos Aires durante la gobernación de Eduardo Duhalde y a partir de la creación del Ministerio de la Producción, es una clara demostración de que hay una solución posible.
La interrelación con los municipios y la creación por ellos de áreas específicas, los parques industriales, los corredores productivos regionales, el Programa Provincial de la Microempresas, y la instalación de las Incubadoras Productivas y de base Tecnológica, todo ello con el acompañamiento financiero del Banco de la Provincia de Buenos Aires, integrado en su directorio mayoritariamente por representantes de los sectores de la Industria, el Agro, el Comercio y los sectores Cooperativos, fueron la base de ese trabajo.
Tuvo también su correlato a nivel nacional, cuando a comienzos del año 2002, se constituyó el Diálogo Argentino, que permitió acordar las Políticas de Estado que, consensuadas por el sector público y privado, nos permitieron superar rápidamente la crisis social, económica y política en la que se encontraba el país.
Finalmente, a fines del 2010, y como fruto de un trabajo conjunto de los centros de pensamiento de los principales partidos políticos, la Fundación Pensar, la Fundación Siglo XXI, la Fundación Além, el IGEN, y el Movimiento Productivo Argentino, cristalizamos un acuerdo de Gobernabilidad y Políticas Públicas, que estableció cinco acuerdos básicos.
Insistir en estos planteos es pensar en la Argentina del futuro integrada y realizada, por ello es posible.
*Diputado nacional por Movimiento Productivo Argentino.