Por Lic. Jesús Rodríguez * | La Argentina hoy en día afronta el gran desafío de dejar atrás una etapa populista.
La presidencia de Raúl Alfonsín fue la última en que el candidato triunfante lo hizo en representación de un solo partido. Desde entonces, todos los presidentes argentinos accedieron a ese lugar como resultado de coaliciones electorales.
La tendencia trasciende las fronteras de nuestro país. Más aun, en varios países de Occidente, el acuerdo se ha consolidado como la nueva forma de hacer política.
Por mencionar sólo dos ejemplos, uno vecino y otro transatlántico:
Michelle Bachelet llegó a su segunda presidencia de la mano de Nueva Mayoría, una ampliación de una coalición anterior -la Concertación de Partidos por la Democracia- que gobernó Chile entre 1990 y 2010. En total son siete partidos políticos, además de sectores independientes, los que hoy deciden el rumbo en Chile, tanto a nivel parlamentario como ejecutivo. El gabinete refleja esa pluralidad: alberga desde ministros democratacristianos hasta ministros comunistas, partido que no había tenido representación alguna en el gobierno desde la época de Salvador Allende.
De los tres gobiernos de Ángela Merkel, dos –el primero y el vigente- se construyeron a partir de una “Gran coalición” (Große Koalition) entre las dos grandes corrientes políticas en Alemania, los democratacristianos (CDU, CSU) y los socialdemócratas (SPD). La representación de los tres partidos de la coalición es paritaria en los órganos de gobierno. El sistema, a partir de su reconfiguración postguerra, está fuertemente orientado a la búsqueda de consensos.
El poder político en Chile y Alemania se apalanca sobre la fortaleza de la discusión. Así planteada, la convivencia favorece la moderación y tiende a contemplar –en leyes y políticas- a sectores que hubieran sido excluidos de no haber tenido una representación directa en el gobierno.
Cada país es diferente y estos mecanismos son más a menos eficaces según el esquema global de pesos y contrapesos en el que están insertos.
La Argentina hoy en día afronta el gran desafío de dejar atrás una etapa populista. El poder estuvo concentrado no sólo en el tiempo -12 años seguidos- sino también en los órganos de gobierno, ya que el Poder Ejecutivo contó con mayoría propia en ambas cámaras del Congreso Nacional.
Cambiemos, que como exitosa coalición electoral detuvo en 2015 el avance del proyecto hegemónico, ya en el Gobierno demostró ser un eficaz vehículo en el Parlamento, donde se aprobaron importantes leyes.
Ahora debe convertirse en una sólida y cohesionada coalición política para iniciar una nueva era política donde el respeto de todos los ciudadanos a las leyes se corresponda con la ejemplaridad de los gobernantes. A su vez, debe ser capaz de sentar las bases de un desarrollo con equidad en el marco de un mundo convulsionado. Para la UCR, como parte de Cambiemos, se trata de avanzar en sus ideales de democracia, solidaridad, igualdad y libertad de toda la vida, actualizados con las ideas del siglo XXI.
El despliegue de todo el potencial de Cambiemos vendrá de la mano de congeniar la diversidad de ideas en el debate y la cohesión en la acción. A diferencia de los ejemplos de Chile y Alemania citados –y en contraste también con lo que ha sucedido anteriormente en la Argentina- Cambiemos carece de mayorías parlamentarias. Además, tiene una minoría de los gobiernos provinciales. Su ventaja radica en la convicción republicana que comparten todos su miembros -esa que cautivó el voto de la mayoría absoluta de los electores tras el primer balotaje de la historia argentina- pero también en el contraste con la actual fragmentación en el universo peronista.
Será necesario no sólo consolidar la fortaleza hacia adentro de Cambiemos sino también hacia afuera de la coalición. Se requerirá el compromiso de un espectro más amplio de actores políticos que, con objetivos compartidos y metas claras, provea certidumbre y señale un horizonte temporal más allá de los mandatos electorales. La materialización de este compromiso -que no significa compartir listas electorales ni incorporaciones a la administración- contribuirá a aislar a los sectores reaccionarios portadores de utopías regresivas y, a su vez, brindará legitimidad política a nuevas normas legales que habiliten los necesarios cambios que fueron encomendados a Cambiemos por el voto popular.
*Auditor General de la Nación