Por Miguel Ángel Toma | En el marco del foro de reflexión de Movimiento 21, Miguel Ángel Toma expuso en la primera semana de octubre sobre la actualidad de la inteligencia argentina, sobre todo a partir de una desclasificación irregular de documentos reservados que dio a conocer acuerdos secretos con otras naciones, reveló las identidades de agentes encubiertos argentinos y puso en riesgo la seguridad de estos y de sus familias.
Ex presidente de la Comisión Bicameral del Congreso que supervisa las actividades de Inteligencia y ex titular de la SIDE, Toma afirmó que “estamos ante un intento muy notorio de desarticular la inteligencia oficial y está empezando otra vez a desarrollarse lo que sucedió entre 2010 y 2014: una inteligencia ilegal y paralela, que más que inteligencia habría que llamar espionaje”. Y concluyó señalando: “Reconstruir la inteligencia argentina es una tarea que demandará mucho tiempo y necesita acuerdos, políticas de Estado”.
Vamos a desarrollar rápidamente qué es lo que ha ocurrido con la desclasificación de información de inteligencia, los efectos que ha producido y la proyección de lo que significa esto de cara al futuro.
Cuando la justicia de cualquier país pide una desclasificación, esta debe hacerse exclusivamente sobre el período de tiempo que la justicia solicita y además utilizando un protocolo que está establecido de antemano y que es obligación de las autoridades de inteligencia preservar.
Esto no se cumplió. Unilateralmente y más allá del pedido judicial la actual interventora de la AFI decidió desclasificar la totalidad de las resoluciones adoptadas entre 2015 y 2019. Esto, sin cumplir con el protocolo de desclasificación, de manera que no mantiene en reserva las identidades de los agentes ni otra serie de resoluciones y de medidas internas y externas de muchísima gravedad.
Pone en superficie la totalidad de los nombres y documentos de identidad de los agentes que operan, tanto en Argentina como -fundamentalmente, en tanto riesgo- en el exterior.
Esto ya tiene un antecedente muy grave, que es cuando deciden (en nombre de la transparencia) pagar los sueldos por los bancos, y envían a los bancos la totalidad de la información del nombre real y el documento para depositar los fondos en las cuentas sueldo. O sea, ya había un interés de poner en superficie esto y con esta desclasificación se termina de concretar.
Haber publicado el nombre de un agente argentino que actuaba desde hace años con gran eficiencia en Beirut es un acto lindante en lo criminal”.
Voy a dar un ejemplo concreto. Existía un agente que estaba operando en Beirut desde hace 15 años, con identidad reservada y con nombre supuesto. Era canal de comunicación entre el Mossad y el servicio argentino, tenía una información excelente sobre Hizbolá (recuerden que esta organización, autora de los dos atentados en la Argentina, opera muy ampliamente en Berut). Al desclasificarse su identidad, este agente pidió asilo en la embajada y una semana después estaba en Buenos Aires. Este hombre estaba casado con una libanesa, tiene dos hijos; su mujer y los hijos siguen estando en El Líbano. En este caso, el haber publicado el nombre del agente es un acto lindante en lo criminal.
¡Seis acuerdos secretos que se habían hecho en época de Macri con Bolivia, Uruguay, Paraguay, Estados Unidos y España, fueron puestos a la luz pública!”
La segunda cuestión grave es la pérdida de confianza de las agencias externas en relación con la Argentina. Porque si la Argentina no es capaz de preservar la reserva de sus propios agentes difícilmente pueda hacerlo con el nombre de los agentes acreditados en Argentina por otras agencias o con la información sensible que es natural en el intercambio de los servicios de inteligencia. Esto hace perder la confianza y genera un gravísimo riesgo y deterioro muy grande en lo que es la seguridad nacional, la defensa nacional y por supuesto las relaciones exteriores, porque entre las cosas que fueron desclasificadas aparecen seis acuerdos hechos en ese período con seis países, algunos del Mercosur pero también con Estados Unidos, con España. Acuerdos de intercambio específico de información sobre temáticas determinadas, de manera que, sin pedir autorización de esos terceros países, se pone en superficie acuerdos con el contenido del intercambio de la información que presuponía el acuerdo realizado. Esto es terrible, porque genera rápidamente y aumenta enormemente la desconfianza.
Por otro lado, en esta desclasificación, se dan a conocer medidas vinculadas a la organización y al organigrama interno de funcionamiento, con lo cual se accede a cómo está estructurada internamente la secretaría de inteligencia, incluyendo quiénes son los funcionarios que van a ocupar esos cargos, con lo cual no solo se pone en superficie casi todo el organigrama interno, sino que además se pone en evidencia el Plan Nacional de Inteligencia.
Esta pérdida de confianza va a impedir obtener información concreta, precisa y confidencial en temas como terrorismo, narcotráfico, trata de personas, lavado, tráfico de armas (ni el Mossad, ni la CIA ni otros servicios importantes van a dar mayores datos específicos porque no consideran que esté garantizada la reserva). En resumen, esto significa un demérito muy grande.
La interventora de la AFI está diciendo que fue la Justicia la que no tomó los recaudos necesarios para las desclasificación de la información. Absolutamente falso. No hay modo de que la AFI pueda evadir su responsabilidad.
Pero lo más dramático de todo es que ya hay dos antecedentes muy graves en la Argentina. El primero, en época de De la Rúa, fue cuando Página 12 publicó en primera plana la foto de Ross Newland, que era el jefe acreditado de la CIA en Buenos Aires, y esto fue producto de una filtración de parte de la SIDE. Un antecedente mucho más grave se produjo cuando Gustavo Béliz, que hoy es nuevamente ministro, en un programa de televisión puso la foto y el nombre de Jaime Stiuso, en esa pelea que él tenía con Néstor Kirchner. En ese instante Béliz puso a Stiuso como instrumento para mandar un mensaje a Kirchner. ¿Qué hizo éste? Lo que debe hacerse: lo sacó a Béliz. Porque él -Kirchner- había a Stiuso a cargo de la investigación Amia para apoyar a Nisman en su trabajo específico.
La última cuestión que me parece importante en esta brevísima síntesis que les estoy haciendo es comprender si la desclasificación última fue intencional, fue un error por deficiencia o falta de profesionalidad.
Por mi parte creo que estamos ante una situación muy compleja: ante un intento muy notorio de desarticular la inteligencia oficial, la que está controlada por la Comisión Bicameral y está está regida por la ley. Y está empezando otra vez a desarrollarse lo que sucedió entre 2010 y 2014: una inteligencia ilegal y paralela, que más que inteligencia habría que llamar espionaje, con los rasgos que tuvo esa estructura paralela que manejó el general Milani: se desarticuló en ese período la secretaría de Inteligencia recortando su presupuesto, se intentó desarticularla asfixiandola económicamente, para que no siguiera investigando el tema Amia y él tratado con Irán, que se estaba desarrollando en el 2014 y prácticamente destruyen la SIDE.
Creo que hoy estamos en una situación equivalente. Esta desclasificación apunta a eso. Hay de nuevo indicios muy claros de que alrededor del Instituto Patria están reconstruyendo aquella estructura de inteligencia paralela. Tiene mucho que ver Horacio Verbitsky en todo esto. Y un dato adicional que no es para dejar de lado: me llega de los Estados Unidos que está creciendo notoriamente el personal de la embajada de Cuba; es decir: hay una clara incorporación de agentes cubanos. Este ha sido un mecanismo que se utilizó en Venezuela, en Bolivia y en Ecuador con las consecuencias que todos conocemos, a través de asesores de la inteligencia cubana revestidos como personal de sanidad o personal educativo.
Decía que el ideólogo y comunicador de todo esto es Horacio Verbitsky, antiguo agente del G2 cubano, como todos saben. Existe -a través de Parrilli y Mena- articulación de este núcleo cubano con el Instituto Patria y también de algunos agentes de la inteligencia argentina que fueron aliados de Milani en su momento, como es el caso de Fernando Pocino.
Esta es la articulación que conocemos hasta ahora. Pero hay un dato importante, que son los cambios que pensamos que se van a producir en la estructura militar a fin de año. Allí hay alguien que es de Milani, que proviene de Inteligencia y que probablemente pase a ser el jefe de Estado Mayor del Ejército. Si esto ocurre, según la proyección que estamos haciendo de nuestro análisis, probablemente vuelva a repetirse el esquema que imperó entre el 2010 y el 2014. Pero con un dato adicional: que ahora es mayor la presencia de la inteligencia cubana, que en aquel momento no se verificaba expresamente.
Todo esto está también muy vinculado al acercamiento con China, país con el que se está negociando muy secretamente la recomposición de la estructura logística y el reequipamiento de las Fuerzas Armadas (ese es uno de los temas que lleva Fernández a la reunión programada con Xi Jinping). Se va cerrando un cuadro que implica un reacomodamiento geopolítico muy claro vinculado al eje China-Rusia-Cuba-Venezuela-Irán.
Hoy la inteligencia legal argentina, la que puede controlar el Congreso, está muy dañada por todo lo que he venido contando. Después de este episodio de la desclasificación a la bartola de material reservado la situación ya es muy clara. ¡Seis acuerdos secretos que se habían hecho en época de Macri con Bolivia, Uruguay, Paraguay, Estados Unidos y España, fueron puestos a la luz pública! Estamos hablando, por ejemplo, de un acuerdo con la CIA. Estados Unidos e Israel prácticamente no intercambian información con la inteligencia argentina. Y por efecto demostración también Alemania y los israelíes han levantado todo tipo de intercambio.
No se puede reconstruir una estructura de inteligencia en un período de 4 años, de modo que tiene que haber una política de estado que permita, en un plazo más largo cumplir ese objetivo, contemplando la posibilidad de que eso se desarrolle con gobiernos de diferente signo. Si no lo hacemos, vamos a seguir estando inermes en este campo. El gran problema es cómo pactar una política de esa naturaleza cuando hoy hay un oficialismo que está en esta operación. Supongamos que en 2023 triunfa una formación más racional, con un peronismo reconstituido, ¿con quién se podría pactar esto? ¿Con este sector que tiene un preconcepto ideológico muy definido? Difícil.
ANTECEDENTES
Hay dos antecedentes muy graves de filtraciones en la Argentina. El primero, en época de De la Rúa, fue cuando Página 12 publicó en primera plana la foto de Ross Newland, que era el jefe acreditado de la CIA en Buenos Aires, y esto fue producto de una filtración de parte de la SIDE. Cuando nosotros asumimos en la Secretaría de Inteligencia, con Duhalde como presidente de la Nación, requirió un gran trabajo recuperar la confianza de la CIA. Yo tuve que viajar a Langley. Por suerte, Tennet, que era el jefe de la CIA, era amigo mío porque venía de la comisión de Inteligencia del Senado norteamericano y habíamos asistido juntos a varios seminarios, lo que había generado una muy buena relación. Rápidamente reconstituimos el vínculo pero quedó la mácula.
Un antecedente mucho más grave se produjo cuando Gustavo Béliz, que hoy es nuevamente ministro, en un programa de televisión puso la foto y el nombre de Jaime Stiuso, en esa pelea que él tenía con Néstor Kirchner. En ese instante Béliz puso a Stiuso como instrumento para mandar un mensaje a Kirchner. ¿Qué hizo éste? Lo que debe hacerse: lo sacó a Béliz. Porque él -Kirchner- había puesto a Stiuso a cargo de la investigación Amia para apoyar a Nisman en su trabajo específico.
Con tales antecedentes y ante una situación con otros países como la que generó la desclasificación, se supone que el gobierno tendría que dar alguna explicación. Alberto Fernández no habló del tema; la única que salió decir la responsabilidad no era de ella sino de la Justicia fue Cristina Camaño. Una falsedad. Eso es lo que hay hasta ahora, lo cual indica que hay en el gobierno una clara intencionalidad de tapar sus responsabilidades. Creo que estamos ante una situación muy compleja: ante un intento muy notorio de desarticular la inteligencia oficial, la que está controlada por la Comisión Bicameral y está está regida por la ley.
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